domingo, 14 de septiembre de 2008

SIMPLEMENTE GRACIAS



Durante el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nuremberg, vivía una familia con 18 niños.

Para poder poner pan en la mesa para tal prole, el padre, y jefe de la familia, trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de oro, y en cualquier otra cosa que se presentara.


A pesar de las condiciones tan pobres en que vivían, dos de los hijos de Albrecht Durer tenían un sueño. Ambos querían desarrollar su talento para el arte, pero bien sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia. Después de muchas noches de conversaciones calladas entre los dos, llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda.


El perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa, con las ventas de sus obras, o como fuera necesario.


Y lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Albretch Durer ganó y se fue a estudiar a Nuremberg. Albert comenzó entonces el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.

Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durer se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado para hacer sus estudios una realidad. Sus palabras finales fueron: "Y ahora, Albert hermano mío, es tu turno. Ahora puedes ir tú a Nuremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de ti". Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba Albert, quien tenía el rostro empapado en lágrimas, y movía de lado a lado la cabeza mientras murmuraba una y otra vez: "No... no... no...". Finalmente, Albert se puso de pie y secó sus lágrimas. Miró por un momento a cada uno de aquellos seres queridos y se dirigió luego a su hermano, y poniendo su mano en la mejilla de aquel le dijo suavemente: "No, hermano, no puedo ir a Nuremberg. Es muy tarde para mí. Mira lo que cuatro años de trabajo en las minas han hecho a mis manos. Cada hueso de mis manos se ha roto al menos una vez, y últimamente la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis... mucho menos podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano... para mí ya es tarde".


Más de 450 años han pasado desde ese día. Hoy en día los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durer pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo. Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, sólo recuerde uno. Lo que es más, seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa. Un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano Albert, Albretch Durer dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo.


Llamó a esta poderosa obra simplemente "Manos", pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambió el nombre a la obra por el de "Manos que oran".

Imagino que ya igual conociais la historia, pero con esto solo quiero expresar que nadie triunfa solo, que una persona siempre tiene junto a ella otra, ya sea familiares, amigos, pareja, etc...


Con esto quiero agradecer a todas las personas que siempre están a nuetro lado en los momentos dificiles, que lloran junto a nosotros, que rien junto a nosotros y que sin buscarlas siempre están y se sacrifican por que logremos nuestros sueños y lo que nos hace feliz.

GRACIAS A LA FAMILIA QUE NOS SOPORTA DIA A DIA.

GRACIAS A LOS AMIGOS Y AMIGAS QUE NOS AYUDAN Y SIEMPRE ESTAN PARA SACARTE UNA SONRISA (en este caso un homenaje a Bea por ser la sombra que me cobija en este periodo de tempestades).

GRACIAS A LOS QUE SON Y A LOS QUE ESTÁN.

GRACIAS INCLUSO A ESOS VECINOS PESADOS que parecen disfrutar llevando la vida de los demás, porque nuestro subconsciente nos hace mirar siempre a su ventana cuando llegamos o salimos de casa y siempre decimos lo mismo ¿ Es que no tendrá otra cosa que hacer?.

11 comentarios:

JAVI DE JAEN dijo...

Un buen agradecimiento y homenaje a la familia, amigos y demás personas que nos encontramos en este viaje...
Un abrazo.

A. Sánchez dijo...

Bella historia. Siempre me ha gustado Durero, sus grabados son impresionantes y la calidad de su dibujo, excelente. Pero a partir de ahora, cada vez que vea una obra de Durero, pensaré que ese nombre representa a los dos hermanos a la vez sin especificar a uno concreto.
Saludos.

Haykus-el hombre solo dijo...

Conocía la historia desde hace años y por eso tengo una copia en mi casa, admiré ese trabajo mucho antes de saber de que se trataba; para mí las manos son muy importantes, me gusta tocar las manos a la gente, besarlas, fundir las mias con aquellos a quien estimo... y también las uso para trabajar con ellas sobre el cuerpo de los demás. "Las manos" es un cuadro que dice mucho en el agradecimiento, en el ser y respetar, admirar al otro. Me ha encantado el post... Y gracias por tus palabras, son días, solo eso... días, luego la vida continua.

Carlos dijo...

Me ha gustado mucho la historia y también tu forma de dar las gracias hasta a los vecinos pesados,jeje. ¡nos cuesta tanto algunas veces decir esa palabra!

El profe dijo...

Estimada paisana: Como te prometí, aquí me tienes en tu blog. Sólo he leído la entrada actual y te felicito por haber elegido el ejemplo que lo ilustra. Es cierto que en la vida de muchas personas famosas y no tanto, ha influído decisivamente el sacrificio que unos padres, de unos hermanos, de un amigo... Creo que cada uno de nosotros tiene su propia experiencia en este sentido.
Enhorabuena, y adelante.

Inés Bohórquez (Ibo) dijo...

Exclente historia sin lugar a dudas, no la conocía así que ahora a ti Gracias...

un placer conocerte y disculpa la demora en visitarte.

Gracias por tu visita a mi blog y de inmediato te enlazo para venir con frecuencia.

un abrazo y muchas bendiciones

TortugaBoba dijo...

No conocía la historia. Gracias por compartirla ;-)
Tienes razón, siempre hay alguien que nos ayuda, hasta los vecinos son una válvula de escape (criticándolos te quedas a gusto).
Beso

Haykus-el hombre solo dijo...

Gracias Pegasa. No habrá problema en tomarme algo contigo en el centro, me encanta San Ildefonso, el pósito tampoco esta mal. Y no sabia que tenía un premio... ¿donde???
Gracias.

PEGASA dijo...

Si que es bonita y lo mejor que esta historia no es la única. Simplemente quería agradecer de alguna forma a las personas de verdad, de corazón limpio y mirada traslúcida. Los que simplemente dan sin esperar y los que antes de hablar ya saben que vas ha decir. Bienvenidos a: El profe, Carlos y a Inés Bohórquez.

Fer dijo...

Preciosa entrada. O comentario, Pegasa. De cien años para atrás, seguramente las circunstancias eran más auténticas y más difíciles y duras.Esta gente tiró adelante, donde nosotros no hubiéramos seguido.

Gracias por tus comentarios, te visitaré. Y cuando vaya teniendo un poquito de tiempo, escribiré algo....

Besos y saludos.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

En este caso, como en tantos, las manos toman la dimensión de personas.